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Siempre el mismo día (One day)

6 Dic

ANÉCDOTA

Te observas en el espejo y suspiras. ¿Qué tienes para ofrecerle?, ¿qué puedes darle tú que nadie más en el mundo?, te preguntas y los dos, el reflejo y tú, guardan silencio. Es tu amiga desde la infancia, casi aprendieron a caminar juntos y desde entonces han sido inseparables… bueno… casi inseparables, ya que ella se desaparece ―y tú tienes la cortesía de no buscarla― cada vez que tiene novio. Conoces su vida con detalle, y sientes que eres el único que podría hacerla tan feliz como ella merece; pero la oportunidad de ocupar ese sitio se te niega desde siempre.

Ahí va ella, con el bueno de Indalecio ―su novio en turno―, te saluda desde lejos y te manda un beso; el tipo sólo te mira con desprecio ―es casi mandamiento que el novio odie al mejor amigo de su novia―. Los rumores dicen que están a punto de cortar… de nuevo… y estás decidido a aprovechar ese momento para confesar todo lo que has callado desde que la pubertad te hizo quererla en lugar de jalarle el cabello.

Antes de que te arrojes cual kamikaze a aquel campo minado ―temed a la «friend-zone» más que a la indiferencia―, te recomiendo que la invites al cine a ver está película; pues estoy seguro que te ayudará.

RESEÑA

Muy bien, no sé cómo empezar a comentar una película que, en teoría, aún no está en las salas de cine. Sin embargo, no es mi culpa que «Siempre el mismo día», (One day), basada en la novela homónima de David Nicholls, ronde ya por los mares de la red; ni que alguien a quien aprecio mucho me la haya recomendado ―según ella, porque la protagonista es una escritora ¬¬.

«Está bien debatir; pero cualquiera puede hablar. A veces se necesitan acciones para cambiar el mundo»

«Siempre el mismo día«, nos cuenta la historia de dos personas casi opuestas. Por un lado, tenemos a Emma Morley (Anne Hathaway), una muchacha introvertida, idealista y de origen humilde; y por el otro, a Dexter Meyhem (Jim Sturgess), un hijo de familia acomodada, fiestero y muy, muy relajado. Una situación simple los reúne, y terminan en el departamento de ella. Aunque de entrada parece que se trata de la típica telenovela mexicana, la trama da un giro sutil, pero contundente, y ellos comienzan… una relación de amistad; misma que veremos cómo se desarrolla, entrelaza, divide, reinicia, sacude, crece y se tambalea―como casi cualquier amistad―, a lo largo de 20 años. Mas, la historia se enfoca en lo que sucede con ellos justo durante los aniversarios de ese 15 de julio, el día que se conocieron.

A la siguiente escena, ha pasado un año y vemos que siguen siendo amigos ―de esos amigos que hablan y lo saben todo uno del otro―. La vida, sus sueños los llevan a diferentes senderos y muy pronto se dan cuenta de que nada es tan fácil como aparenta: ella termina trabajando en un restaurante de comida mexicana y él es un productor de televisión en entrenamiento. La aparente simpleza del argumento hace que la película te mantenga entretenido, así como el ver reflejadas ciertas actitudes y destellos en el modo en que se tratan el uno al otro; algo que todos tenemos para con alguien ―y que con frecuencia jugamos a negar.

«Me encantaría ir; pero, después del trabajo me gusta ir directo a casa, comer… llorar»

A lo largo de la película vemos, en los 15 de julio, cómo va evolucionando su relación, cómo se siguen buscando en sus momentos de alegría y de tristeza; pero, sobre todo, vemos cómo no pueden evitar decirse con la mirada cosas que no se atreven a expresar con palabras; además de que sus amigos y familiares se burlan y presionan con «para cuándo» o  «¿por fin son pareja? ―¿está situación no te resulta conocida?. Incluso llega a un punto en que, con alcohol fungiendo de celestino, se confiesan que años atrás, durante la universidad, se gustaban mutuamente; sin embargo, la situación se viene abajo debido a la misma inseguridad de los dos, al hecho de que, a pesar de tener edades similares, sus vidas han sido muy diferentes y no buscan lo mismo en ese momento.

«―Todos están perdidos a los veinticinco años.

―Tú no; productor de TV en entrenamiento, nuevo departamento, reproductor de CD, sexo grupal martes y viernes…

―Sí, pero, tú sabes… estoy llorando por dentro»

Crecemos junto a los personajes en el sentido de que se nos explican los pensamientos ―y otros miedos― de cada uno. Los vemos atravesar etapas difíciles que los hacen madurar, cambiar, que provocan que sus sentimientos vacilen y sólo traten de encontrar a quién echarle la culpa y con quien «consolarse». Algo que, en palabras de una amiga ―sí, te voy a quemar― sólo puede explicarse como «el típico momento de estupidez que siempre viene luego de no ser correspondidos, en dónde te aferras a lo primero que se pone enfrente«. Yo le dije que eso era más bien despecho, ella insistió que se trata de estupidez post-amor… El punto es que ―volviendo a la película― da la sensación de que la idea de quedarse solos o de no estar seguro de lo que quieren los lleva a tomar decisiones que ponen su relación en peligro.

«Si pudiera darte un regalo, uno sólo y para el resto de tu vida, sería confianza en ti misma… Eso, o una vela aromática»

No voy a decir nada sobre el final, o sobre el mensaje que deja; porque entonces, además de haberla visto antes de lo debido y en donde no debí, haría «spoiler» y eso es demasiada carga para mi consciencia ―sí, ¡ahora tengo consciencia!.

En resumen: no diré que la película se convertirá en un éxito taquillero ni que es de lo mejor en el 2011 ―aunque sí está por encima de la media―. Pero, la historia vale la pena ―apenas estoy leyendo el libro― y cumple con su objetivo de mantenerte despierto y atento. De igual manera, y como en casi cualquier comedia romántica, está abarrotada de drama y de situaciones predecibles, que, sin embargo, al final no le restan calidad. La recomiendo, vayan a verla… al cine ―¡Di no a la piratería! Y así cumplí mi servicio mensual a la comunidad y ya no me siento culpable.

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Caminatas nocturnas (Midnight in Paris)

13 Oct

ANÉCDOTA

Llevas horas dando vueltas en la cama; sabes que tu insomnio es cada vez más severo y que ni una ducha caliente ni la leche tibia podrán remediarlo. Ves tu celular y piensas en llamar a tu exnovia, pensando que debido a su reciente ruptura ella debe estar devastada y tampoco puede dormir ―los insomnes y los borrachos tienen mucho en común―. Tono, tono, tono, una grabación te dice que puedes dejar un mensaje.  «Seguramente no lo escuchó», te dices e intentas de nuevo.

Escuchas que ella grita para hacerse escuchar por encima de la música a todo volumen; te pide una y otra vez que la dejes en paz. Antes de que puedas decirle algo, del otro lado de lado de la línea un hombre te advierte que te alejes o te irá muy mal.

Ahora menos podrás dormir. Sabes que pasarás la noche tratando de imaginar qué hace y con quién ―todo con cruel detalle―. Sin saber por qué te levantas de la cama. Necesitas despejarte, dar una larga caminata nocturna…

RESEÑA

Del prolífico Woody Allen ―que parece que filma una película cada uno dos años―, Media noche en París (Midnight in Paris), se presentó en la apertura del Festival de Cannes del 2011; nos cuenta la historia de Gil Pender (Owen Wilson), un guionista de Hollywood que viaja a París de vacaciones con su prometida, Inez (Rachel McAdams), y los padres de ella. Si algo agradezco a una película ―al guionista, más bien― es que la introducción sea clara, sin ser por ello menos sustanciosa.

“―Te imaginas lo alucinante que es esta ciudad bajo la lluvia, en los años veinte; París en los veintes, bajo la lluvia, con esos pintores y escritores. […] Si tan sólo me hubiera quedado aquí para escribir novelas, y no me hubiera condenado a escribir guiones. […] Imagínate a los dos viviendo aquí. Podríamos hacerlo si mi libro funciona.

―Estás enamorado de una fantasía.”

Con esto ya podemos ver puntos importantes de la trama: Gil se arrepiente de lo que hizo con su vida y añora el pasado ―sé de algunos que sienten lo mismo―; y su prometida no cree en él como novelista ―conozco… la sensación―. A esto hay que sumarle la ansiedad y el nerviosismo de no agradarle a los padres ni a los amigos de ella, así como la inseguridad que siente del libro que está escribiendo ―no ha dejado que nadie lo lea―; todo esto da como resultado que el anti-héroe tenga una identidad justificada y bien definida.

Luego de una incómoda velada en compañía del mejor amigo de su prometida ―ah, conozco la… Ya. Sin comentarios―, Gil, un tanto ebrio, decide dar una caminata nocturna por la ciudad que ha sido cuna de grandes artistas, y se pierde ―si tomas, no manejes. Listo, cumplí con la parte social―. Al no encontrar nadie que hable inglés y le pueda ayudar, termina por sentarse en unas escaleras. Se escuchan las campanas que anuncian la medianoche, y un coche antiguo aparece en la vereda. Gil levanta la vista al notar que lo llaman y, tras unos momentos de duda, accede a irse con ellos ―sabes que puedes confiar en los franceses.

Confundido, llega a una fiesta en la que están tocando la música de Cole Porter, interpretada por Cole Porter ―reconozco que no tenía ni idea de quién fue este sujeto―. Y ahí se encuentra a los escritores Zelda y Scott Fitzgerald ―de ellos si sabía, ¡y mucho!. Hay un intercambio de comentarios ―que es muy distinto a una conversación―, y terminan por decidir que continuarán la fiesta en otro lugar. Esta escena me gusta mucho porque es una reafirmación del personaje cuando evita hablar de su novela.

Esa misma noche, Gil tiene la oportunidad de conocer a Ernest Hemingway, otro gran, gran escritor ―léanlo, ¡ahora!―. Gil termina por confesarle la inseguridad que siente por su novela; pero este último le ayuda a vencer sus miedos con la siguiente frase;

“Ningún tema es horrible si la historia es veraz, la prosa es limpia y honesta, y si demuestra valor y elegancia bajo presión.”

 Un poco más animado, Gil le pide que lea su obra y le dé su opinión. A lo que Hemigway responde:

“Si es mala, la odiaré porque odio la mala escritura; si es buena, sentiré envidia y la odiaré aún más. No pidas la opinión de otro escritor.”

Hemingway le dice que no la leerá; pero que le dará su novela a Gertrude Stein, la mecenas de las artes ―¿y eso tenía que sentirse como un premio de consolación?

Más adelante, Gil tiene la oportunidad de conocer a Pablo Picasso, quien está discutiendo con Stein acerca de su más reciente obra, inspirada en su amante, Adriana. Sin poder ocultarlo, Gil queda cautivado ante ella, al igual que lo están Hemingway, Belmonte y Picasso ―y yo…―. Stein acepta leer su novela y hacerle observaciones. Es de esta manera que Gil Pender se adentra en un mundo fantástico, al que sólo se puede llegar después de la medianoche; pero en donde convive con personajes como Salvador Dalí, Man Ray, Luis Buñuel, T. S. Elliot, Faulkner, Lautrec, Gauguin, Dugass, entre muchos otros ―gran cosa. Yo me encontré con Cepillín hace días y no ando de presumido.

“Pienso que el amor que es sincero y verdadero crea una tregua con la muerte. Toda cobardía viene de no amar o no amar bien, que es lo mismo. Y es cuando el hombre que es verdadero y valiente mira cara a cara a la muerte […], y ama con suficiente pasión como para apartarla de su pensamiento. Hasta que la regresa, como hace con todos los hombres; y es entonces hora de volver a hacer el amor. Piénsalo.”

En Medianoche en París, Woody Allen ―que escribe guiones como Stephen King escribe novelas: en la misma cantidad y con idéntica variación de calidad―, nos muestra el contraste del París moderno y del de los años 20 con una fluidez como no había visto en mucho tiempo. Cada elemento tiene razón de existir y encaja en el desarrollo de la trama ―si acaso me quejo del detective, pues creo que podría ser omitido.

“Yo pinto rinocerontes. Y lo pinto a usted. Sí; sus ojos tristes, y sus grandes labios derritiéndose sobre la arena caliente; con una lágrima. Sí. Y en esa lágrima, otro rostro. ¡El rostro de Cristo! Sí. Y un rinoceronte.”

Esta cinta entró de golpe a mi lista de películas favoritas; y, aunque he leído que no se considera dentro de los mejores trabajos del director, considero que es de lo mejor que ha estado en cartelera este año. Si bien es cierto que es una cinta que apunta a los artistas e intelectuales, se puede ignorar la identidad de los personajes y disfrutar de la comedia romántica que se esconde detrás del mensaje. O tal vez sea la parte cultural la que se disfraza. Supongo que esto depende de quien la vea.

Muy recomendable en todos los sentidos. Ahora, si me disculpan, iré a emborracharme para luego, cerca de la medianoche, salir a caminar, pues tengo que discutir algunas cosas con Cortázar, Benedetti, Neruda y Paz.

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Ni en el día más brillante, ni en la noche más oscura (Green Lantern)

6 Oct

ANÉCDOTA

Un día más que el amanecer te encuentra en el sofá, sentado, mirando infomerciales en la televisión. En tu mano descansa el teléfono, y sonríes con la esperanza de que el nuevo producto que compraste cambie tu vida. «¿No estás cansado de ser un perdedor?», dijo el presentador. «¡Sí!», gritaste tan fuerte que tu vecina golpeó la pared para hacerte callar. «¿Quiere verse como yo?», preguntó el sujeto; y tú asentiste, imaginándote en un crucero por las Bahamas, rodeado de muchachas hermosas y con la fortuna de Monte-Cristo en una cuenta de un banco suizo.

«Sólo debe comprar esto, y le aseguro que sus poderosos magnetos atraerán la riqueza, fama y todo eso que la vida le ha negado». Apenas escuchaste eso, marcaste el número en el teléfono y ordenaste el Anillo de los Nibelungos, una pieza que fue hecha en lo alto de las montañas del Nilo, fue bendecida por doce Papas y Tutankamon fue enterrado con uno idéntico. Con esas referencias, sabes que no puede ser un fraude. Tu vida está a punto de cambiar.

RESEÑA

Antes de comenzar, una aclaración: la reseña es sobre la película; por lo que no haré ninguna comparación con el cómic ―aparte de que no sé gran cosa―, ni con las diferentes series animadas.

En los primeros dos o tres minutos se cuenta acerca del cómo nacieron, fueron elegidos, crecieron ―¿y se reprodujeron?― los 3600 Linternas Verdes ―¿creíste que el de nuestro sector era único?―, y nos dicen que su poder se basa en la voluntad. Asimismo, nos revelan la existencia de Parallax, una entidad que utiliza el miedo como fuente de energía.

Pero no hay nada que temer, pues un legendario Linterna Verde encerró a esta criatura en un planeta perdido. Así que no hay nada que temer, ¿verdad? Bueno, la respuesta llega pronto: la primera escena de la película nos presenta a tres viajeros espaciales que se pierden y llegan… justo a ese planeta perdido. ―qué conveniente―; donde su miedo se convierte en «alimento» de una extraña criatura ―que parece una mezcla de los dementores de Harry Potter y Megamente―, y resulta ser… ―en serio, si algún día se convierten en súper héroes, maten a sus enemigos; ahórrense problemas.

«Tienen miedo… Bien»

Lo siguiente que vemos es al legendario Abin Sur en una nave espacial; contacta a otro Linterna y se entera de que otro planeta ha sido destruido y de que uno de sus compañeros está muerto. Pero no hay tiempo para llorar, su anillo parpadea, informándole de un peligro inminente ―prefiero el sentido arácnido―. Y Parallax ―que pareciera haber digi-evolucionado―, lo ataca… dentro de su propia nave. No sé si sea por la edad o el factor sorpresa; pero Abin Sur pierde miserablemente y se ve obligado a ir al planeta habitado más cercano.

Bien, a los diez minutos de la película, conocemos a Hal Jordan (Ryan Reynolds), a quien nos presentan como un irresponsable e inmaduro ―todo eso con sólo verlo despertar―. Corre a una prueba de combate aéreo y gana, de una manera poco convencional. En esta parte hay un «flashcbak» hacia su niñez, en donde ve morir a su padre. No reacciona a tiempo, paralizado por el miedo, y el avión se estrella… lo que provoca que lo despidan.

Mientras tanto, Abin Sur cayó en la Tierra ―¿en serio?―, y en Estados Unidos para ser más preciso ―nadie se lo hubiera esperado―; está muriendo, por lo que le dice al anillo que elija a alguien. Así, Hal Jordan se convierte en el primer humano en ser Linterna Verde. Felicidades, viste los primeros veinte minutos.

«En el día más brillante,

ni en la noche más oscura,

ningún mal escapará de mi vista.

A aquellos que adoran el poder del mal,

teman a mi poder:

la luz de Linterna Verde»

Resulta absurdo que a partir de este punto la película se torne lenta y predecible ―Sí, aún más―. La trama es muy simple y los personajes no terminan por definirse; incluso, en lo personal, creo que hubo un abuso en los efectos especiales. Por ejemplo, cuando Hal Jordan viaja a el Planeta Oa, hogar de los Guardianes, creadores del Cuerpo de Linternas Verdes, lejos de mostrar un mundo fantástico, da la impresión de que tomaron alguno de los fondos de pantalla que encontramos todos los días en internet.

Conocemos a Carol Ferris (Blake Lively), la eterna enamorada del protagonista ―y por lo tanto, la que estará en peligro al final―, y al Dr. Hector Hammond (Peter Sarsgaard), quien es amigo de Hal, y también está enamorado de la chica ―por lo que, naturalmente, será el malo de la película―. Todos dudan, incluso él mismo, de que Hal tenga lo que se necesita para ser un súper héroe ―no todos estamos preparados para esa responsabilidad―, lo que provoca que se niegue a usar sus poderes y rechace ser un Linterna Verde ―pero no regresa el anillo… Típico de los humanos.

Luego de escenas llenas de clichés ―aún para Disney―, peleas simples, conversaciones y efectos ―muchos, muchos efectos―. Viene la batalla final contra Parallax en la Tierra, que quiere destruir al nuevo portador del anillo que una vez lo venció ―en serio, si un día se convierten en súper villanos, si ya mataron a su némesis, maten a todos los que puedan; dejen los caprichos para después.

Ingenuo de mí, creí que salvarían la película con este enfrentamiento; que la Tierra se llenaría de Linternas Verdes y que destruirían Nueva York, Los Angeles o Washigton ―como cualquier película de destrucción que se precie de serlo―. Pero no. A esa criatura capaz de derrotar a los más poderosos del Cuerpo de Linternas, al que ha destruido planetas enteros, lo derrotan de una manera tonta y… que ya te esperabas desde la mitad de la película. Los malos se mueren, el protagonista se queda con la chica… Disney lo ha hecho de nuevo.

Ah, y para colmo, durante los créditos muestran a Siniestro ―el nombre ya dice mucho― que se quita el anillo verde de la voluntad y se pone uno amarillo del miedo. ¿Qué pasa? ¡Su traje cambia de color! Es idéntico, sólo que amarillo ―caray, en ese momento tuve la sensación de que había estado viendo una nueva cinta de los Power Rangers.

La película cumple con entretener; pero no vale para verla más de una vez y creo que no hace justicia a todos los fanáticos de Linterna Verde que esperaron casi tres años, desde que fue anunciada. Ojalá que corrijan el camino en la segunda parte, que está anunciada para el 2012. Por lo pronto, ya dijeron que no será dirigida por Martin Campbell.

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