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¿Una dama en apuros?

4 Sep

LA ANÉCDOTA

Miras al espejo y sonríes. Fueron necesarias tres horas, siete peinados y dieciséis cambios de ropa; pero el resultado demuestra que tu esfuerzo valió la pena. Una Dama debe vestirse bien.

Aún recuerdas los nervios de la primera ocasión que lo viste. Él estaba sentado en las escaleras del colegio, rodeado por un grupo de sus amigos, tú caminabas hacia la salida, pensando en tus clases de costura y de cocina. Fue como si toda tu existencia se redujera a ese instante. No podías entenderlo; sin embargo, él era por quien esperabas, ese al que seguirías alrededor del mundo.

El sonrío y dijo algo a sus amigos. Luego, dejaron de verte. Apenas había sido un flechazo, mas llegó tan profundo como para que estuvieras segura de que él, y sólo él, sería el padre de tus hijos. Pero no dijiste nada. Una dama no revela sus pasiones. Seis meses después, te invitó a salir.

Él prometió llegar a las seis en punto, y son las siete. No importa. Una dama sabe esperar. Un coche se estaciona fuera de tu casa. Es él. Respiras profundo y revisas el estado de tu maquillaje. El sonido de un claxon te sobresalta. No bajará del auto.

No te abre la puerta ni te mira cuando subes. Irán a dónde él decida. Una dama debe ser complaciente a las decisiones de su hombre.

La Dama encontró a su vagabundo.

REFLEXIÓN POSTERIOR

Para entender mejor este tema, hablemos de lo que significa ser una dama ―desde un aspecto tradicional―. Según vemos en la literatura y la historia, una “dama” es una mujer atractiva y de conducta intachable; que demuestra su educación con humildad y sabe de modales y etiqueta―no suena tan mal―. Siempre tiene un comportamiento sumiso para con los hombres; es un ejemplo de moralidad y casi una monja, por lo que guardará su castidad hasta el matrimonio ―sabía que había una trampa―. Jamás, jamás tomará la iniciativa en una relación y será fiel a su esposo/conyugue. ¡Ah!, y por supuesto que el hogar y la crianza de los hijos serán su lugar y oficio, respectivamente. Dedicará su vida a esperar a ese hombre que la mantendrá y resolverá su vida.

«Soy su esposa, no su esclava»

Dijo una amiga cuando le comenté lo anterior. Y estoy de acuerdo. Estos “cánones” tienen un sabor a anticuados y obsoletos. Nuestra sociedad ha cambiado: las mujeres ya no cargan el grillete de la pasividad; al contrario, ellas ahora ocupan puestos en todos los ámbitos ―y con frecuencia lo hacen mejor que los hombres. Seamos sinceros―. Decir que disfrutamos de una igualdad de géneros sería ingenuo de mi parte. Por desgracia, en muchos lugares del mundo ―a veces, desde la familia misma― se les sigue menospreciando. Todavía quedan pueblos en dónde una mujer se cambia por dos vacas, seis gallinas y una mula. Imaginemos una escena romántica en estas tierras:

―¡Es que tú ya no me quieres! ―grita ella, y le da la espalda.

―Eustaquia, no digas eso ―responde él, mientras la abraza―. Para que me creas, mañana mismo le mandaré tres vacas y todas las gallinas que nos quedan a tu familia.

―¡Oh, Isidoro! Te amo.

Dejemos a ésta pareja ―lo admito, ¡yo vería esa novela! Pronto comenzarán las audiciones. Estén atentos―. Las mujeres modernas pueden ser independientes, tanto a nivel emocional como en el económico. Y, aunque nos duele reconocerlo, ya no necesitan a un hombre a su lado para conseguir sus objetivos ―pero nosotros sí las necesitamos, no nos dejen.

«Toda mujer nació para ser tratada como una princesa»

Las damas siguen entre nosotros, sólo que se han adaptado a los cambios. La sumisión ha sido sustituida por un respeto mutuo con los hombres; con respecto a su cambio de parecer acerca de la castidad y el recato de sus sentimientos, creo que los hombres somos los más beneficiados ―aunque sí: recuerden que todo exceso es malo. Bueno, no todo… depende de con quién

Por desgracia, también hay mujeres que parecen haber sido criadas por hienas y buitres; «señoritas» de un lenguaje tan prosaico y comportamiento tan impropio que, en palabras de Sheldon Cooper: «hacen llorar al niño Jesús». Pero ésa ya no son damiselas, sino damiserias, y de ésas hablaremos en otra publicación.

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